A un lado de la calle al menos 20 personas se encaramaban como hormigas sobre un enorme edificio que desplomó durante el sismo del pasado 12, para apoderarse de todo lo que caía de una pala de excavadora que extraía los escombros.
El techo del edificio estaba peligrosamente inclinado hacia la calle, donde otras decenas de colaboradores aguardaban el lanzamiento del botín.
¿Quién dijo que los soldados no eran necesarios? El bolivariano de Chávez.