La mujer fue juzgada por sus captores, que habían decidido constituirse en un tribunal islámico y la acusaban de adulterio. En virtud de su extremista visión de la ley islámica, la sharia, los secuestradores decidieron condenarla a muerte, según explicaron a este diario fuentes conocedoras de la investigación.
El Periódico, de hoy.
Se presume que la tal adúltera había tenido relaciones con otro adúltero (no se precisa si el adulterio había consistido en no ponerse un burqa o en mirar las posaderas a uno de los componentes del tribunal islámico). De modo que aquí tenemos a unos traditional Islamic trendies que quieren condenar a la mujer adúltera.
Sin hacer comparaciones evangélicas, que harían quedar a estos pacíficos y justos alianzadores en muy mal lugar (a lo que alguno avispado anacrónico diría que es que el Evangelio es islamófobo), no hemos oído a nadie escandalizarse públicamente por esta muestra de falta de igualdad entre los sexos.
Lo que me sorprende en mi inocencia fínstrica es que, por ejemplo, el Mundo, el mismo medio que nos considera a todos un Jack Sparrow de la web, dedique menos párrafos a esta noticia que al sufrimiento de los pollos para consumo humano (fuente).
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